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BLACK NIGHTS 2020 Competición

Miroslav Mandić • Director de Sanremo

"He perdido el deseo de la certeza"

por 

- Hemos hablado con Miroslav Mandić, el director de Sanremo, que celebra su estreno mundial en el Festival Black Nights de Tallin

Miroslav Mandić • Director de Sanremo

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, la cinta de Miroslav Mandić que ha sido seleccionada para la competición principal del Festival Black Nights de Tallin, cuenta la historia de Bruno, un hombre que hace todo lo que está en sus manos para escapar de su residencia de ancianos, pero al que la memoria le falla día tras día. Sin embargo, otra de las residentes, Dusa, le hace darse cuenta de que todavía es capaz de sentir, aunque al día siguiente ya no lo recuerde.

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Cineuropa: Cabe destacar que la niebla se adueña de numerosas escenas en la película. ¿Esto se debe a que la memoria de Bruno se desvanece de la misma forma que lo hace la niebla?
Miroslav Mandić:
Tú lo has dicho. Quería, de alguna manera, reflejar su estado mental a través de una especie de metáfora visual. La verdad es que no fue fácil encontrar un equivalente en la naturaleza, ya que esta desempeña un papel muy importante en su vida y en su situación durante la película. Mi idea era que la niebla que rodeaba al personaje creara en el público la sensación de que había niebla en su interior también. Se trata de una pequeña pista para el espectador.

¿Qué despertó tu interés en mostrar este estado de la vida por el que nadie quiere pasar? Resulta interesante ver cómo el protagonista repite una y otra vez estas “perlas de sabiduría” o proverbios, que acaban convirtiéndose en su forma de comunicarse.
Quería que repitiera, casi mecánicamente, las frases que le enseñaban los enfermeros, entre ellas: “Es bueno caminar 30 minutos al día, es bueno hacer esto, lo otro, etc.”. Mi tío, que estuvo en una residencia de ancianos similar, siempre respetó las normas a rajatabla. Cuando salíamos al jardín, aunque estuviera pasándoselo bien, a los diez minutos me decía: “Tenemos que irnos. Se enfadarán si llegamos tarde a comer”. El pobre, a pesar de estar disfrutando, se sentía en la obligación de volver cuanto antes, lo cual resultaba conmovedor. Tras visitarle unas cuantas veces, me quedó claro que allí aprendes a respetar unas normas que, sea por lo que sea, acabas creyendo que se deben respetar. Y es que si el resto de residentes hicieran lo propio, tal vez la vida de todos allí sería más fácil… Ese fue el tipo de sabiduría que adquirí en aquella residencia. Quizá fue entonces cuando me vino la inspiración. He perdido ese deseo de certeza.

Los papeles que desempeñan los personajes resultan cuanto menos conmovedores, pero ¿cómo pretendías mostrar estas relaciones?
Cuando era más joven, no me animaba a hacer algo si no estaba completamente seguro de ello, es decir, no daba el paso con una mujer si no tenía la certeza de que me gustaba; o no empezaba a trabajar en una película si no estaba seguro de que era la más importante que se podía hacer en ese momento. He perdido ese deseo de certeza. Ahora me lanzo a la aventura sin importarme estar haciéndolo como consecuencia de un impulso. De hecho, la decisión de contratar a mi actor principal [Sandi Pavlin] fue totalmente intuitiva. Es cierto que es bastante conocido en el teatro esloveno, y no me arriesgué en exceso porque sabía que era bueno, pero me resultó satisfactorio ver que podía hacerlo incluso mejor que en el teatro. Nuestra relación se ha mantenido intacta, de hecho, hoy mismo hemos hablado por teléfono. Cuando se relajaron las restricciones de la COVID-19, iniciamos la tradición de reunirnos todos los domingos para dar un paseo. Me recuerda tanto a Bruno que, a veces, siento como si fueran la misma persona.

Hay muchas películas sobre personas que pierden su esencia a medida que envejecen. ¿Tu intención desde el principio fue la de mantener la mayor naturalidad posible?
Normalmente, no les digo a mis actores que sean “naturales”, los elijo porque siento que pueden serlo y, simplemente, les doy algunas indicaciones sobre cómo responder o cómo mirarse los unos a los otros. No me gusta dar órdenes a la gente. Hice alguna que otra investigación sobre el asunto, pero no quería entrar en demasiados detalles médicos porque creo que no todo se basa en la ciencia, hay algo más allá de ella. Algunos, entre ellos yo mismo, lo llaman amor; otros lo llaman religión, pero algo hay. Por tanto, la cuestión que plantea la película es la siguiente: ¿pueden las emociones entre dos personas, por muy rotas que estén por dentro, empujarlas a seguir más allá de su diagnóstico?

Parece que estas personas hayan sido olvidadas, no solo por el resto de la gente, sino también por esta residencia.
Es algo que está al margen del día a día del resto de la gente. No quería poner el foco en la crítica social, mostrando a enfermeros siendo crueles con ellos, por ejemplo. Ya he hecho dramas sociales en el pasado, y ha sido porque tengo esa necesidad de señalar ciertos temas. No obstante, esta vez no quería ser tan explícito, de hecho, no hay ni un solo momento en la película en el que se mencione la demencia, ya que he ido con pies de plomo para no ser tan directo. Si bien es cierto que algunos de estos lugares dan la impresión de ser bastante duros y van ligados a la explotación, se trata de algo de lo que no quiero ni oír hablar, y mucho menos recrearlo en una película.

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(Traducción del inglés por Jaume Joan Buforn Baldó)

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