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España

Ángel Gómez • Director de Voces

"El terror me motiva, me mueve y me hace vibrar"

por 

- Debut en la dirección de largometrajes de Ángel Gómez, que apuesta por el horror de línea clásica y entramado psicológico en Voces, donde no faltan elementos sobrenaturales, una casa encantada y leyendas del pasado

Ángel Gómez  • Director de Voces
(© Manuel Fiestas)

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es la apuesta de los productores Guillermo Sempere y Juan Moreno por un cine de género que suele cosechar buen resultado en taquilla (a pesar de las limitaciones impuestas por la crisis sanitaria): el terror plagado de ingredientes tan reconocibles como las psicofonías, las casas misteriosas y las familias trágicas. Su director es el debutante Ángel Gómez (Algeciras, 1988) y con él charlamos en una pausa que hace mientras da los últimos y fundamentales retoques sonoros a su ópera prima.

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Cineuropa: Efectivamente, el sonido y la música son pilares fundamentales de un film titulado Voces...
Ángel Gómez:
Sí, el sonido y la música constituyen una de las patas en el género del terror, son fundamentales para que todo se sostenga y se mantenga bien alto. En concreto, en esta película el propio título te hace ver que esos ingredientes deben estar en su sitio, muy bien afinados para que surtan el efecto que deseamos en el público: conectar a un nivel de personajes y emocional, pero sobre todo a un nivel de horror.

¿De dónde nace esta querencia tuya por el género de terror?
Toda mi carrera en el mundo del cortometraje la he dedicado a este género: no ha habido ni una pequeña incursión fuera del terror. Solo el cortometraje Y la muerte lo seguía, que rodé con 22 años, era un western... pero de terror. Es el género que más me motiva, me mueve y me hace vibrar como espectador desde que tengo uso de razón. Esa influencia parte de mi familia, pues mi padre es un absoluto fan del género, un amante de todo tipo de películas de terror de cualquier epoca y nacionalidad, el mayor conocedor del género que conozco: esa influencia caló en mí y no fue indiferente ante los ojos de ese niño que se criaba en un ambiente donde se hablaba de Paul Naschy, de la Universal, de la Hammer y del expresionismo alemán. E incluso más allá de lo cinematográfico, también de lo literario: de Poe, Mary Shelley o Lovecraft. En mi caso, ese amor al género viene de ahí.

¿Y hay una película de miedo que hayas visto cien veces: española o extranjera?
Tengo muchas favoritas, pero si tengo que quedarme con una elegiría Suspense (The innocents), de Jack Clayton, basada en la novela Otra vuelta de tuerca, de Henry James. Y una española de todos los tiempos sería ¿Quién puede matar a un niño?, dirigida por Chicho Ibáñez Serrador.

Has puesto el nivel muy alto: efectivamente, Chicho elevó el género a niveles estratosféricos…
Te diría que esa película la pondría en mi top 5 internacional, más allá de las fronteras, porque es una obra maestra redonda, la mires por donde la mires. Y tan arriesgada que no puedes hacerla hoy. Se la puse no hace mucho a mis alumnos de cine, gente muy joven que no la había visto, y alucinaban de la modernidad de la película: incluso sobrepasaba a generaciones actuales, dejando totalmente arrollada a gente acostumbrada al gore y a que todo sea muy explitito en videojuegos, en series y cine, y se quedaron sobrecogidos desde los títulos de crédito del film de Ibáñez Serrador.

En tu película también hay algún niño: como elemento inquietante y de preocupación para el adulto.
Sí, al final son un conductor fundamental para que fluya el género de terror y funcionan muy bien: con componentes como la inocencia y la pureza que siempre aportan a las historias, esa ingenuidad y vulnerabilidad que vienen muy bien para los peligros que suelen rondar las relaciones de horror, y así ha sido en Voces.

¿Y, finalmente, de dónde proviene tu interés por un asunto central del film: las psicofonías?
Siempre sentí atracción especial por el mundo de las psicofonías: soy un fanático de ellas y las realizo siempre que puedo en lugares donde se dice que suenan y se pueden llegar a captar. Desde el escepticismo, he sido capaz de entender que tienen algo misterioso y poderoso, incluso sabiendo que pueden ser falsas; las oyes y te ponen los vellos de punta porque el hecho de que no presenten imagen y son sólo sonidos te permite un caudal de construcción visual que, en algunos casos, lo que construyes para argumentar y justificar esas sonoridades que estás oyendo, puede ser más terrorífico incluso que el hecho de ver las imágenes en sí. Toda esa ambiguedad que provoca, partiendo de esos sonidos inquietantes, me parecía muy interesante y atractiva. Nos dimos cuenta de que el cine no había hecho justicia como debiera a este fenómeno, pues siempre aparecían de manera colateral en las películas, pocas veces había servido de base para toda una narración.

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