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SAN SEBASTIÁN 2019 New Directors

Maider Fernández Iriarte • Directora de Las letras de Jordi

“A veces se generan incomodidades cuando ruedas una película sobre personas con diversidad funcional”

por 

- Con su primera, valiente y emotiva película, Las letras de Jordi, Maider Fernández Iriarte participa en la sección New Directors del Festival de San Sebastián

Maider Fernández Iriarte  • Directora de Las letras de Jordi
(© Lorenzo Pascasio)

Maider Fernández Iriarte (Donostia, 1988) ha trabajado en el centro cultural Tabakalera de su ciudad natal, ha pertenecido al grupo audiovisual Las chicas de Pasaik y participó en el film colectivo Kalebegiak (2016) (leer más). Ahora presenta en la sección New Directors del 67º Festival de San Sebastián su primer largometraje, el documental Las letras de Jordi [+lee también:
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, que fue seleccionado por el programa Ikusmira Berriak en 2017, recibiendo el premio Rec Grabaketa Estudioa a la postproducción.

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– ha escrito contigo el guion de tu ópera prima. ¿Cómo se forjó esta colaboración?
Maider Fernández:
Hubo dos fases en el trabajo de guion: la primera, cuando desarrollaba el máster de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, donde estudié dirección de documental, a través del cual encontré mi foco de interés, que era Jordi, el protagonista de mi película, y también cómo plantear mi punto de vista y cómo aproximarme a él. Grababa una semana con él en su residencia y conversábamos; luego esas preguntas las escribía en casa para que sirvieran de estructura y para ir profundizando en los temas que me interesaban. Por otro lado, cuando tenía casi todo el material rodado, entró Virginia y reescribimos el film durante el montaje. Con ella planteamos algunas situaciones también para filmar, terminamos de perfilar la estructura y encontramos un final para la película.

¿Cómo fue tu encuentro con Jordi, el protagonista?
Cuando apliqué para entrar en el máster de la Pompeu Fabra, había que entregar un dossier de un proyecto que quisiéramos desarrollar durante el curso. Yo no tenía ninguno en mente, pero a última hora me surgió un interés extraño por los milagros y planteé un documental observacional sobre Lourdes, en Francia, y su relación con el turismo. Pero al empezar a investigar conocí a un grupo de peregrinos y entre ellos estaba Jordi: en él me centré entonces.

Respecto al tema de la fe que aparece en el documental, ¿tienes interés personal en ello?
Todo fue tendiendo hacia ahí porque en las tutorías del máster se trabaja la vinculación personal que tienes con el proyecto que estás desarrollando. En ese proceso me di cuenta de que me había pasado una cosa emocionalmente fuerte con la muerte de mi abuela: sentí algo bonito, a pesar de que era algo triste. Pensé que era algo parecido a tener fe en Dios: eso me llevó a conocer la relación de Jordi con la fe y con Dios.

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, que muestran otras realidades personales, de gente con limitaciones físicas, lo cual no siempre es cómodo de ver para algunos públicos. ¿Cómo te planteaste el acercamiento a un protagonista con discapacidad?
No creo que el mío haya sido un proceso muy cerebral. Nunca consideré a Jordi como un discapacitado, sino como una persona cuya manera de expresarse y hablar es a través de una tabla. Intenté tratarlo con naturalidad y mostrar también mi debilidad al no saber muy bien qué significa la parálisis cerebral. Al final Jordi se ha convertido en un amigo y así lo trato: con normalidad absoluta. A veces se generan incomodidades cuando haces una película sobre personas con diversidad funcional y marginadas. Pero el solo hecho de que alguien cuestione la película, habla de sí misma. La película juega mucho con ese tipo de emociones y reflexiones que pueda tener el espectador: a veces se puede poner en mi lugar, otras veces con Jordi, y en ese juego las reflexiones, las preguntas, las emociones oscilan y te vas ubicando.

Para conseguir esa intimidad con Jordi, ¿llevabas una cámara pequeña y poco equipo?
Cuando conocí a Jordi, lo veía muy auténtico y me interesó mucho justamente el hecho de que no pudiera hablar de forma oral. Empecé a seguirlo como investigación y en ese proceso fuimos acercándonos. Cuando empecé a rodar esas conversaciones, en su residencia, iba sola con un trípode, un cámara pequeña de vídeo y dos micrófonos. Luego rodé en Lourdes con un equipo formado por director de fotografía, sonidista y ayudante de producción.

En Las letras de Jordi acompañas con la cámara a un personaje con poca movilidad que apenas sale de un espacio, su cuarto.
Eso limita pero al mismo tiempo da acceso a otras cosas que no se pueden valorar cinematográficamente, pero generan intimidad y te acercan a la persona, que es lo que más me interesaba. También el planteamiento del encuadre desde el inicio consistía en centrarme en su herramienta de comunicación y dar pie a que los espectadores conozcan a Jordi desde su forma de hablar y su discurso. Poco a poco el plano se va abriendo y vamos conociéndole a él, su cuerpo y su habitación. En la película está el ritmo de Jordi, su forma de vivir: el tiempo se traslada a su tiempo, y el espacio también.

Sorprende el carácter, el humor y la vitalidad de Jordi.
Viendo el material filmado me di cuenta de todo esto: su rostro es bastante cinematográfico y sus manos son muy potentes. Es alguien con mucha personalidad, con fuerza y autoestima, a pesar de todos los problemas que le puede causar el hecho de tener parálisis cerebral.

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