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ZAGREB 2018

Costanza Quatriglio • Directora de Sembra mio figlio

"La estructura narrativa de la película refleja mi propio viaje al conocimiento"

por 

- Hemos entrevistado a la directora italiana Constanza Quatriglio para hablar sobre Sembra mio figlio,en competición en Zagreb tras haber tenido su estreno mundial en Locarno

Costanza Quatriglio  • Directora de Sembra mio figlio
(© MIA)

Nos reunimos con la directora italiana Costanza Quatriglio, cuya película Sembra mio figlio [+lee también:
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entrevista: Costanza Quatriglio
ficha de la película
]
compite en el Festival de Cine de Zagreb, después de su estreno mundial en Locarno.

Cineuropa: ¿Cómo contactaste con los hazara, y cuándo y cómo decidiste hacer esta película con actores no profesionales?
Costanza Quatriglio:
Cuando decidí contar la historia de Ismail y su madre, aún no sabía que en ella estaría presenta la diáspora de un pueblo perseguido.

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En 2005, estaba rodando el documental The World on Their Shoulders, que se centra en las vidas de un buen número de menores no acompañados, y así es como conocí a Jan [Mohammad Jan Azad, que también colaboró en el guion], un chico hazara que vivía en una casa de acogida de Roma y que no había tenido noticias de su madre desde que era muy pequeño. Sabía que era de Afganistán y que había huido de la guerra civil y de los talibanes. Gracias a Jan, conocí a otros chicos hazara, pero ninguno de ellos me habló nunca de la persecución de su pueblo de manera explícita. Tuve que esperar unos años, hasta 2010, cuando Jan me contó que había encontrado a su madre y había decidido hacer una película para contar su historia, para aprender acerca de las masacres y los intentos de limpieza étnica. 

La estructura narrativa de la película refleja mi propio viaje al conocimiento, desde una historia personal y privada hasta la historia de todo un pueblo. Tanto mi perspectiva como mis conocimientos se ampliaron.

Laura Muccino y yo hicimos castings por todo el mundo. Buscábamos tanto a actores profesionales como a gente que trabajara en ese ámbito cultural. Recibimos vídeos de audiciones desde todos los continentes, y así es como conocimos al poeta Basir Ahang, que vive en Italia, y a Dawood Yousefi.

Basaban sus trabajos en la memoria emocional y física de los sentimientos de los que hablo en la película, la cual ven como el reflejo de sus propias historias. Este era el punto de partida y el punto fuerte de la película con Basir y Dawood: los dos reconocieron en ella la historia de su propia generación. Antes de ir a rodar, hicimos ensayos y sesiones de formación durante meses, ya que ambos tenían que enfrentarse a la pasión en la manera de pensar del personaje. 

¿Cómo fue trabajar al mismo tiempo con los profesionales y los no profesionales? ¿Cómo combinaste estas dos partes?
Para crear un mundo coherente, debes trabajar con sumo cuidado. Por una parte, los actores profesionales tienen que estar en armonía con los no profesionales; Tihana Lazovic, quien interpreta a Nina, fue muy buena en eso. Por otra parte, la película no adopta un enfoque que imite la realidad, y yo nunca diría que Basir y Dawood se interpretan a ellos mismos.

Es solamente mientras Ismail viaja en la película cuando la cámara graba los momentos en los que Basir Ahang experimenta sentimientos intensos. Es en ese punto de la película cuando la vida pasa a formar parte de ella, y viceversa; como en las escenas multitudinarias, en las que Ismail se mezcla con su gente, pasando a integrarse.

¿Dónde grabaste la película, y cómo elegiste esas localizaciones? 
La película se rodó en Italia, Trieste e Irán, en unas cuantas zonas en las que viven los hazara. Trieste es una ciudad en las que tradicionalmente han convivido muchas culturas e idiomas, y es uno de los lugares de llegada de los inmigrantes que pasan por los Balcanes. Es una ciudad que ha sufrido de cerca las consecuencias de la guerra y las contradicciones de una Europa que sigue teniendo heridas abiertas. 

Elegí Irán porque Ismail va a visitar a sus compatriotas refugiados en países vecinos de Afganistán, y quería incluir generaciones anteriores en la película, así como un gran número de hombres y mujeres hazara, en los que nuestro protagonista se ve reflejado. Algo como un viaje de vuelta a sus orígenes. 

¿Cuáles fueron los mayores retos durante la producción?
Ha habido tantos que es difícil decirlo. Desde el punto de vista de la producción, lo más destacable fue el rodaje en Irán. Me dijeron que no se había rodado ninguna película italiana allí desde 1976 (El desierto de los tártaros de Valerio Zurlini), y tuvimos que esperar casi un año para conseguir los permisos necesarios.

El mayor reto, desde el punto de vista sentimental, fue rodar las escenas grupales en Irán, porque todos se emocionaban mucho: todas las mujeres y hombres ofrecieron sus sentimientos más auténticos para la película, con amor y generosidad.

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(Traducción por Marina García Gómez)

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