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SEVILLA 2018

Víctor Moreno • Director de La ciudad oculta

"Devolver al cine su germen construyendo con imágenes y sonidos"

por 

- El cineasta canario Víctor Moreno compite en Sevilla con La ciudad oculta, un viaje sensorial y sinfónico a las oscuras, laberínticas y fascinantes entrañas de una gran urbe

Víctor Moreno  • Director de La ciudad oculta
(© Laura Márquez/SEFF)

El cine español podría ocupar un lugar destacado en el palmarés de la XV Festival de Cine Europeo de Sevilla gracias a La ciudad oculta [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Víctor Moreno
ficha de la película
]
, nuevo largometraje de Víctor Moreno (Santa Cruz de Tenerife, 1981), una película sorprendente, única y fascinante, coproducida entre Francia, Alemania y España. 

Cineuropa: ¿Resultó fácil acceder a esos lugares que muestras en tu film o hace falta para ello iniciar todo un proceso burocrático?
Víctor Moreno:
Es una labor bastante larga, de presentar el proyecto a muchas instituciones, aunque contamos con la colaboración de Film Madrid, la oficina de promoción de rodajes de la comunidad de Madrid. Hizo falta un año de trabajo para acceder a todas las localizaciones, además de saber cuáles interesaban, porque son muchísimas las que hay. Por ejemplo, todo el pasado y el universo arqueológico de la ciudad, con tantos túneles construidos por los reyes, lo dejé de lado premeditadamente.

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¿Cuántas personas formaban el equipo de rodaje que bajaba al subsuelo durante semanas?
En rodaje éramos cinco y, en ocasiones, seis: éramos bastantes para algunos sitios donde no cabíamos; por ejemplo, había colectores muy estrechos, donde entrábamos agachados, y cuando entrábamos teníamos que decidir muy bien cuáles eran nuestras posiciones, porque allí dentro no se podía cambiar de orden, pues no había sitio para girar.

¿No se dieron momentos de sentir claustrofobia?
He sido bastante feliz en esos rincones, me gustan los sitios estrechos y los echo de menos: me quedé con ganas de seguir explorándolos porque había medidas de seguridad que impedían acceder a algunas zonas. Me gusta estar encerrado, pero en los espacios grandes también te das cuenta de la gran labor de ingeniera, con esas catedrales de hormigón que te sorprenden por la belleza que puede llegar a tener un espacio tan funcional.

El mito de la caverna platónica se llega a sentir también ante la contemplación de La ciudad oculta.
Me encanta que lo digas porque esa idea estaba en el origen del proyecto: había una escena de entrada en una cueva, en un tiempo indeterminado, de un homínido, un ser que no se sabía qué era y ahí empezaba el viaje.

¿De dónde viene tu fascinación reincidente por los espacios? Porque ya los explorastes en tu anterior film, Edificio España.
Me gusta mucho traspasar el umbral de los lugares y preguntarme ¿qué hay aquí detrás? Ver el negro a través de las ventanas cuando viajas en el metro, traspasar lo cotidiano; me fijo mucho en esos espacios aunque no he tenido una relación intelectual con la arquitectura, pues no he estudiado esa carrera universitaria, pero sí me interesa entrar en lugares donde quizás no he accedido antes. Como cineasta me gusta colocarme en ese lugar indeterminado que me da el espacio, asomarme a todo lo que rodea a ese sitio: como punto de vista me parece atractivo por su distancia con las personas, las dinámicas, los animales y los objetos; me siento cómodo ahí como cineasta. Y me encanta la idea de explorar lo cotidiano, sin tener que irse lejos: en nuestro día a día hay muchas formas de traspasar esa barrera. 

¿Por qué decidiste incorporar una lechuza en algunas escenas del film?
Es bastante común que se introduzcan animales externos en el subsuelo y además posee un aspecto simbólico: la lechuza representa la sabiduría, la luminosidad y la iluminación. Que se apelara a ello en un sentido místico en ese mundo de hormigón nos parecía un símbolo interesante. Estamos en un momento en el cual hace falta sugerir y expandir sensaciones a la hora de ver una película: estamos tan invadidos de imágenes, información y explicaciones que se nos pierde la capacidad de sentir la experiencia de la imagen y el sonido, que están en el origen del cine. Cuando veo el trabajo de Vértov pienso en la posibilidad de entender el cine musicalmente también, a nivel estructural y de composición, exponiendo la imagen y el sonido en primer lugar, por delante de la narración: eso me fascina. También me gusta cómo se sale a la calle tras bucear en La ciudad oculta, gracias a su capacidad inmersiva.

Tu película se ubica en un lugar indeterminado entre la ficción y el documenal, algo que cineastas como Isaki Lacuesta también reivindican. Si tuvieras obligatoriamente que ponerle una etiqueta, ¿cual sería?
Es difícil, porque la discusión ficción-no ficción no entra tanto en esta película y es algo que debe estar superado. Me gusta más interpretar el discurso entre narración causal o no: ahí debemos focalizarlo, porque la frontera entre lo documental y la ficción es ya demasiado difusa y no da para más debate. Me reconozco más, por el  espíritu de mi película, en una sinfonía urbana: construir con imágenes y sonidos y devolver al cine su germen.

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