22/09/2016 - SAN SEBASTIÁN 2016: J.A. Bayona, director de Lo imposible, estrena su tercera película, Un monstruo viene a verme, de nuevo con gran presupuesto y estrellas de Hollywood en su cartel

(© Lorenzo Pascasio)

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entrevista: Juan Antonio Bayona
ficha de la película] está interpretada por Felicity Jones, Liam Neeson, Sigourney Weaver y Lewis MacDougall, otro niño bajo el ala de Juan Antonio Bayona, acostumbrado a lidiar con la infancia en sus dos taquilleros largometrajes previos: El orfanato [+lee también:
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Cineuropa: ¿Sientes presión después del bombazo de Lo imposible?
J. A. Bayona: Tras el éxito de mis primeros films, quería saber por qué funcionaron tan bien: qué había en ellos que había conectado con el público. Me puse a leer sobre el significado de las historias, cómo funcionan y sobre el psicoanálisis de los cuentos de hadas, y me pareció fascinante. Entonces apareció el libro Un monstruo viene a verme y pensé que era una manera oficial de ponerme a trabajar en ello, pues me gustó la analogía entre la necesidad del personaje central de contar la verdad y la que tiene el director de encontrarla y expresarla.

El guión viene de un material muy sensible y duro, ¿cómo manejarlo?
Eso fue lo más difícil. Siobhan Dowd era una escritora para niños, siempre desde una posición muy respetuosa, y cuando se enteró de que estaba enferma decidió escribir un libro para que los pequeños entiendan el sentido de la pérdida. Lo que hizo Patrick Ness fue adueñarse de la historia y yo lo hice de su relato, buscando luz al final del túnel: introduje la idea del legado, que se transmite de padres a hijos.

¿Cierra esta película una trilogía Bayona sobre la familia?
No es un plan meditado, ha salido así; la familia en la cultura mediterránea es muy importante, con la familia en el centro. Me interesaba mucho la idea de la verdad, como en Lo imposible, donde los personajes no pueden permitirse contar mentiras, pues no les ayudaría a sobrevivir; y aquí la enfermedad es una cuenta atrás que obliga a los personajes a enfrentarse a la verdad. De eso va el film: de ser capaz de expresarla.

¿También hablas de enfrentarse a la vida tal y como viene?
Me interesaba la dialéctica del sí y no: en nuestro mundo cada vez se dice más a la población que las cosas tienen que ser blancas o negras, por eso me apetecía decirle al público que pueden ser las dos cosas a la vez. Esa contradicción desvela la humanidad que acaba articulando el mapa emocional de los personajes. Y quería que el público también hiciera su propia interpretación de la historia.

¿Cómo planteaste el diseño del monstruo?
No deseaba que esa criatura llamara la atención por encima de la historia ni que los efectos especiales se comieran las escenas con los personajes humanos. Así que intentamos construir un monstruo lo más simple posible, partiendo de la idea de pureza de una figura masculina: que ésta fuera también el hombre en el que se convertirá Conor, el niño protagonista. Quisimos pues diseñarlo como una silueta negra y construimos a tamaño real la cabeza, brazos y un pie, y sus texturas se aplicaron al 3D, lo cual funciona muy bien: con tal despliegue de efectos especiales, éstos nunca se comían lo que pasaba en el plano, y eso me dejó tranquilo.