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João Pedro Rodrigues • Director

“Para mí, es imposible filmar a los actores sin desearlos”

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- LOCARNO 2016: Cineuropa estuvo con João Pedro Rodrigues, director de O ornitólogo, un largometraje sensual y lleno de mitos. Leopardo al mejor director

João Pedro Rodrigues • Director
(© Festival de cine de Locarno / Massimo Pedrazzini)

El festival de cine de Locarno fue el marco donde Cineuropa se reunió con João Pedro Rodrigues para que nos hablara con la pasión que le caracteriza de su sorprendente y sensual obra O ornitólogo [+lee también:
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tráiler
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ficha de la película
]
. El director portugués gobierna un universo artístico único en el que no hay intención alguna de ceder ante los compromisos.

Cineuropa: ¿De dónde proviene la idea de la película?
João Pedro Rodrigues: Desde siempre me ha interesado trabajar con mitos, no sólo portugueses. Durante la dictadura de mi país, acabada en 1974, la religión fue uno de los símbolos y pilares del régimen. Por ello, me interesaba hablar de un símbolo católico fundamental para Portugal como lo es San Antonio: un santo que se ha transformado constantemente y que, de algún modo, eligió vivir como un franciscano, cercano a los hombres y a la naturaleza, en las antípodas de lo que viene a ser la época en que vivimos. Me interesaba partir de esta figura para relatar una historia contemporánea y a la vez mitológica, añadiendo elementos biográficos al todo. Todas mis películas se acercan a una dimensión fantástica, como los milagros, que, a ojo de buen cubero, son hechos sobrenaturales. En la propia religión, a través de la pintura sagrada, se quiso dar rostro y cuerpo a los santos, seres que son a la vez transcendentales y físicos. Los retratos se vuelven blasfemos de lo potentes que son físicamente. Esta contradicción en la propia religión me interesa mucho: la idea de traducir en imágenes algo trascendental. Pienso que el camino de la película sea un poco ese. Construí la historia basándome en una estructura muy concreto: los mitos bíblicos, paganos y la figura de San Antonio. O ornitólogo puede compararse a un trayecto de conocimiento y transformación interior más que física. Me interesan los personajes que evolucionan y cambian, un poco como ocurre en la vida.

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¿Puede hablarnos de la atmósfera queer y sensual del film? ¿Fue evidente la elección de Paul Hamy como protagonista?
Para filmar a los actores, debo desearlos. Filmar a alguien es, para mí, comparable a un deseo que no he consumado y que se consuma mientras filmo. Mis actores se convierten, literalmente, en personajes, como si sublimase mi deseo por ellos a través del cine. Tomemos el ejemplo de Caravaggio: yo veo en sus cuadros personas de carne y hueso, verdaderas, físicas, y esto me interesa mucho. En todas sus pinceladas hay deseo. Para mí, es imposible filmar a los actores sin desearlos. Con el medio cinematográfico quiero presentarlos hermosos y no grotescos o sórdidos. Trato de observarlos como si estuvieran a mi nivel, no como si los observase desde lo alto. Si los elegí fue porque para mí son entidades un poco sobrenaturales.
A Paul Hamy lo descubrí durante el casting. Quería encontrar a alguien que interpretara con el cuerpo más que con las palabras, también porque en la película no hay mucho diálogo. Hay una dimensión física en su manera de actuar que me interesaba y que descubrimos juntos. Creo que la película no habría sido posible sin él. Para mí, los actores son únicos e insustituibles. Es como una historia de amor.

¿Qué relación mantiene con la música?
Canção do Engate (que cierra la película film)es una canción que me acompaña desde hace mucho. António Variações es un cantante portugués de los años 80, un personaje un poco barroco y extravagante, muy popular. Hay una poesía muy bonita y genuina en sus canciones. Canção do Engate (Canzone della copulazione) es una canción revolucionaria para el Portugal de los años 80. António Variações fue uno de los primeros artistas que salió del armario públicamente, lo que fue importante para Portugal en aquella época porque era muy popular y conocido. Esta canción me parece preciosa y expresa la idea de que hay un final feliz que, al mismo tiempo, deja de serlo. El resto de la música la compuso la violinista francesa Sévrine Ballon, que conocí durante una residencia en Harvard entre 2014 y 2015. Me gusta porque es una música muy física, sin manipulaciones digitales. Consigue dotar de una atmósfera única a la película. Es como un cuerpo entre otros cuerpos.

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(Traducción del italiano)

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