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Rachid Djaïdani • Director

"Dame buenas intenciones"

por 

- CANNES 2016: El director francés Rachid Djaïdani habla de la película que ha presentado este año en la Quincena de los Realizadores, Tour de France

Rachid Djaïdani • Director
(© Quincena de los Realizadores)

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, Rachid Djaïdani, charló con nosotros sobre la cinta que ha presentado este año en la Quincena de los Realizadores del festival de Cannes. Tour de France [+lee también:
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cuenta la historia de un rapero y un francés, al que da vida Gérard Depardieu, que aprenden, a raíz de un viaje a lo largo y ancho de Francia, a conocerse y a quererse.

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Cineuropa: ¿Cómo y cuándo le sobrevino la idea de hacer esta película, de nuevo itinerante?
Rachid Djaïdani: En 2012, Anne-Dominique Toussaint, mi productora, y yo hablamos de hacer esta película cuando estábamos aquí, en Cannes, presentando Rengaine. Es una idea que tenía desde hacía muchos años: hacer que cohabitaran en un film, por decirlo de manera burda, la chusma y el fascismo. Evidentemente, es mucho más complejo pero la idea era instalar este antagonismo de base entre los personajes.

¿Por qué eligió a Sadek para el personaje de Far'hook y cómo logró la participación de Gérard Depardieu para encarnar a Serge?
Sadek es un artista por el que siento una gran admiración. Ya lo conocía bien antes de proponerle el papel de Far-hook. Hicimos algunos ensayos y el resultado fue tan maravilloso, tan justo, que no había elección: tenía que embarcarse con nosotros en este viaje. En cuanto a Depardieu, "tonton" [forma familiar de decir tío en francés, “tito”] como lo llamo yo, fue él quien nos escogió. Su mirada determina si algo pasa el test o no y, toda vez que lo pasa, entramos en una oda poética y fraternal, un viaje sin puntuación, una respiración llena de humanidad. Es un niño que saldría de una tetera mágica y haría realidad todos tus deseos de inmediato; Depardieu es un mago. No se le dirige: él te lleva. La cuestión es mirarlo, escucharlo y amoldarse. No podemos hablar de dirección de actores con él porque no es un actor: es El actor.

¿Dejó como en Rengaine lugar a la improvisación?
En ningún momento; todo estaba bien escrito. En tanto que escritor, me encantan las palabras, el verbo, y, al contrario que Rengaine, donde el verbo salía de la boca de mis compañeros, aquí el guion llevó un año de trabajo y fui yo quien afiló a medida que entrábamos en el desarrollo los juegos de palabras y las bromas que podían parecer espontáneas en la cinta. De hecho, como tonton lo dice bien: él está ahí para interpretar, no para escribir o hacerse dialoguista de un autor. Así que para Tour de France no hubo ninguna improvisación; de hecho, Depardieu no acepta ninguna improvisación, lo que es un homenaje a la escritura y al trabajo que llevó.

En cuanto al color, mientras que Rengaine era gris y negra como la ciudad y roja como el amor y la cólera y mientras que su soberbio documental Encré, sobre el pintor abstracto Yaze, era una explosión multicolor, aquí, cuando cabría esperar una película verde, vemos que Tour de France en realidad es azul.
Efectivamente, estamos en una temperatura un poco más fría. Elie Akoka, el responsable de luces de la película, y yo queríamos evitar la facilidad del amarillo o del verde y buscar algo más original sin dejar de hacernos eco del color del mar. No queríamos caer, simplemente porque la película es solar, en el cliché del amarillo o en el verde de la Francia profunda. Además, el azul transmite un frío que atraviesa a los personajes y todo el periplo alrededor de los cuadros del pintor del siglo XVIII Joseph Vernet. Luis XV le pidió que recorriera todos los puertos de francia para reflejarlos en el lienzo y retomé la idea de su viaje para crear etapas durante las cuales los personajes pueden evolucionar, enfrentarse a la par que fusionarse y encontrar puntos de encuentro.

La película expone y hace saltar por los aires toda una serie de clichés. ¿Cuál es el mensaje principal que deseaba transmitir?
La idea era que existimos mirando al Otro pero que hay que aceptar también que el Otro alza la vista para mirarnos. La verdad, a fin de cuentas, es el amor. Es realmente importante que podamos acabar mirándonos y queriéndonos espantando los desafortunados prejuicios. La reconciliación es posible en algunos casos e imposible en otros; lo que me gusta es hablar de buenos sentimientos y me hago cargo de ello totalmente. A veces hablamos de las "buenas intenciones" como si fueran algo negativo pero las buenas intenciones son necesarias en el cine y en el arte. ¿Para qué sirve, y a quién, las malas intenciones? A nadie; desde luego, a mí no. Dame una buena intención, mírame con buenas intenciones, y te devolveré más.

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(Traducción del francés)

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