17/11/2014 - La directora francesa repasa la aventura de Eden, un film novelesco, ambicioso y redondo sobre la génesis de la French Touch.

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ficha de la película] (que obtuvo una mención especial en Locarno en 2011).

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Cineuropa: ¿Cuál fue su intención de partida en Eden?

Mia Hansen-Løve: La idea de relatar el recorrido de un personaje de DJ durante 20 años, inspirado en la vida de mi hermano, era en cierto modo una forma de dar continuidad a mis anteriores películas: otro retrato. Además, quería hacer una cinta que presentase una época concreta, con un grupo de artistas que encarnaran un poco su esencia. En ambos casos, sentí que no se habían representado aún ni ese personaje ni esa época. Tenía la oportunidad de poder aventurarme en un territorio que me parecía bastante virgen.

Las historias de sus películas generalmente se extienden muchos años. ¿Qué le atrae tanto de estas narraciones?

Me dan la posibilidad de hacer interactuar el presente y el pasado, enriquecer el presente en la segunda parte de mis películas. Eden podría haberse terminado perfectamente en 2001 con la aparición de Daft Punk pero no era eso lo que me interesaba: para mí, la emoción está ligada a la manera en que el pasado nos lleva al presente y cómo el presente está bajo el hechizo de ese pasado, como en nuestras vidas.

¿Cambió mucho el guion durante el largo proceso de financiación de la película?

Hubo un gran número de versiones y de páginas retiradas pero no cambió en lo sustancial. Lo condensamos pero siempre ha tenido esas dos partes: una primera en la que se cuenta la ascensión y que da vida a todo un grupo y una segunda que relata la caída concentrándose más en el personaje de Paul.

Nuevamente aborda el tema de la desilusión.

Me parece un término un poco ambiguo: siempre he tenido la impresión de que mis películas se escapan al final, que siempre hay una puerta que se abre, una especie de perseverancia, de resistencia, algo que perdura frente al duelo. Eden conduce al final a la libertad, a la soledad de alguien que es sí mismo. Eso la emparenta más con una narración iniciática que a una sobre la desilusión, si bine ésta es, quizá, una de las etapas para llegar a uno mismo.

¿Por qué motivo optó por un desconocido para interpretar al personaje principal?

Era un elemento coherente en el proyecto artístico de la cinta: buscar una forma de verdad un tanto desnuda, sin artificios ni aparatos, para presentar a un DJ que, aunque haya conocido sus horas de gloria, es alguien que siempre ha estado al margen. Para encarnar el underground de la "French Touch", trabajar con un actor de moda me habría parecido inapropiado, casi hasta ridículo. Todas mis películas, y quizá Eden más que ninguna otra, parten también del deseo de arrojar luz sobre una gente que está más bien en la sombra; y los que se interesaron por la obra y la financiaron se dieron cuenta perfectamente de que la verdadera estrella de la película es la música.

¿Con qué directrices encaró su trabajo de puesta en escena?

Lo primordial era estar siempre moviéndose y probar con un montón de cosas diferentes. Por ello, hay escenas filmadas con la cámara al hombro, otras en travelling, planos fijos, etc. No hubo ningún procedimiento formal que aplicáramos mecánicamente. Quería conectarlo con un lado "rock'n'roll": la velocidad y la flexibilidad de la puesta en escena con una elegancia formal y, a través de cierta fluidez de movimientos, dar a la película una dirección concreta, que no fuera nunca pura fachada, impactante, como en las películas que juegan con las imágenes de los "clubs".

¿En qué fase se encuentra su próximo proyecto, L'avenir?

Si todo va bien, filmaremos en julio. La película será nuevamente una producción de CG Cinéma y retratará a una profesora de filosofía a la que dará vida Isabelle Huppert.

(Traducción del francés)