09/02/2014 - El director alemán habla de la que es su primera película candidata al Oso de Oro de la Berlinale, Camino de la cruz. Oso de Plata al mejor guion

(©Andreas Teich/Berlinale)

Acompañado de los actores Lea van Acken, Franziska Weisz y Florian Stetter, del productor Jochen Laube y de Anna, su hermana y colaboradora en la redacción del guion, el director alemán Dietrich Brüggemann compareció ante los medios para hablar de su Camino de la cruz [+lee también:
crítica
tráiler
Q&A: Dietrich Brüggemann
ficha de la película], presentada a concurso en la 64ª Berlinale.

¿Qué te llevó a hacer una película sobre la religión?
Dietrich Brüggemann: Llevaba barruntando esta idea un tiempo y sentía que había material para una película. A finales de los años 90, cabía pensar que estábamos ante el final del camino de las religiones, pero no ha sido así. En Estados Unidos, uno puede escuchar en la radio gran cantidad de sermones cristianos a cargo de curas que están predicando. Católicos, protestantes o de otra índole, todos abordan detalles distintos sobre teología pero comparten la manera en que viven con la religión. El tema de la película es lo que ocurre en una familia cuando domina la ideología, sin dejar de lado el papel que desempeñan los sacerdotes en la sociedad. No se trata de una secta, de ningún modo; únicamente siguen los preceptos de su religión y rechazan ciertos elementos de la modernidad. Es una familia simpática y bastante normal, sólo que son muy fervorosos en el tema de la religión. Estamos en los límites de la normalidad de la Iglesia. No es en absoluto un ataque ni queremos ensuciar nada. En mi opinión, de hecho, los valores cristianos tienen una gran importancia social y espiritual. Sin embargo, el sistema racional de la fe católica puede convertirse también en una ideología.

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¿Qué puede decirnos del sacrificio de su protagonista?
Ella hace exactamente lo que la religión reclama de ella; de hecho, es casi más radical de lo que exige el cura. Es a lo que empuja el sistema: convertirse en una santa. Ella sigue el camino de Cristo y la cuestión final que se plantea al espectador es ver en qué se le parece, si el sacrificio es vano o no lo es.

Con su puesta en escena, con largas secuencias y planos fijos, ¿cómo transcurrió el trabajo con sus actores, en especial con los más jóvenes?
No es la primera vez que empleo largas secuencias; de hecho, hace algunos años hice una película de terror titulada Nine Takes [ndt.: en español, nueve tomas]. Lo importante es tener un buen guion y que las escenas funcionen tal y como fueron escritas porque no puede construirse una película así en la sala de montaje. A continuación, hay que contar con buenos actores y esto vale también para los más jóvenes. Cuando hicimos el casting para los niños, algunos se escondían debajo de la mesa, otros salían corriendo y había incluso alguno que otro que iba a buscar a su madre; uno, en cambio, se quedó allí, observando. Ese es el momento en que algo se pone en marcha, y esto vale para todo el reparto. Todo fue a la perfección. Por ejemplo, para el papel que interpreta Lea van Acken, esperaba tener que recorrerme el país y hacer una visita a todas las escuelas de teatro durante meses. Sin embargo, apareció en el primer día de casting. Yo me decía: "esto no puede ser verdad; lo normal es que fuera un proceso largo y difícil". Volviendo a la pregunta, ocurre luego lo que yo llamo la magia del cine en una sola toma. La concentración es máxima a ambos lados de la cámara. Es una especie de iglesia y es extraordinario ver que son muy pocos los actores que han olvidado si acaso alguna línea suelta de diálogo. Todo funcionó de maravilla.

(Traducción del francés)