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Jean-Marie Barbe | · Fundador de Doc Net

“Es el tándem autor-productor el que debe dominar la difusión de los documentales”

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- Jean-Marie Barbe, fundador de Doc Net, nos cuenta acerca del nacimiento y desarrollo de este proyecto de edición y de distribución de documentales

Jean-Marie Barbe | · Fundador de Doc Net

En una época en la que el DVD se vende poco, en la que la imagen de la competencia es más fuerte que nunca, ¿cómo se mantienen los editores, y qué estrategias utilizan para seguir presentes en el mercado? Este mes, les proponemos descubrir Doc Net, una pequeña organización de edición y distribución de documentales creativos en DVD. Establecida en el 2004, esta asociación francesa cuenta con –entre otras- una selección de películas belgas («Fragments d’une œuvre») y africanas («Afrique en docs») en su catálogo, y tiene como objetivo difundir las miradas de los autores de circuitos alternativos a la gran distribución. Para saber más sobre el mercado de documentales de autor y las diferentes formas de llegar al público, entrevistamos a  Jean-Marie Barbe, fundador de Doc Net.

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Cinergie: ¿Cómo nació el proyecto Doc Net?

Jean-Marie Barbe: El proyecto nació el año 2000, pero se alargó hasta el 2003, en el momento del conflicto laboral de los intermitentes. Hubo una crisis entre los documentales creativos y la televisión, un divorcio consumado. De repente, los documentales creativos se hacían aparte del tipo de televisión que dominaba. Se producían aparte y no se mostraban, más allá de los festivales. Eso planteó la cuestión de la financiación de estas obras y de su difusión. Parecía que era una herramienta para desarrollar lejos de la televisión. Entonces, nos propusimos un trabajo sobre la edición, luego sobre la red (a través de un sitio de información sobre el cine documental, www.film-documentaire.fr), y más tarde en los cines. En un primer momento, pretendíamos crear una empresa editorial que agrupara a los productores independientes con el fin de editar su DVD en la red de librerías independientes. Pero esta idea se convirtió en una gran utopía.

C: ¿Por qué?

J-M B: La librería en general está en crisis, se ve desinflada por el uso de internet o de la FNAC.  Además, el mundo del libro no está muy receptivo a la hipótesis documental, y la venta de documentales supone poco dinero. No es que sea una batalla perdida, pero creo que todavía queda camino para conseguir que en el mundo del libro ahay un mínimo de cultura de la imagen. Pero esto toma tiempo, deben ser ayudados económicamente para que las cosas se muevan, y capacitar a los libreros.

C: Vuestro público objetivo, son también las escuelas y las mediatecas…

J-M B: Sí, el tejido institucional representa una economía real y un público muy importante en términos culturales y económicos: es un mercado real. A pesar de todo, sigue siendo difícil concebir la rentabilidad, para aquellos que trabajan y tienen los derechos, de una estructura basada únicamente en la edición.

C: ¿Qué espera usted de la edición de películas en DVD?

J-M B: Incluso después de que la gente fuera durante mucho tiempo de las K7 formato VHS y de que la profesión  estuviera ya estructurada, en 2003, fue el comienzo de la edición en DVD, y había una cierta esperanza para la economía que podía generar.  Entonces, la idea fundacional de Doc Net fue que los productores independientes deberían tener un cierto control de la herramienta de la difusión para no repetir el esquema de lo que había pasado con la televisión. En el campo artístico, ciertas obras no satisfacen al público. Si se juega al juego de la televisión, se entra en una lógica en la que el supuesto público determina el color y la forma de las obras, algo que nosotros no queremos. Es necesario partir siempre de los autores, y es el tándem autor-productor el que debe dominar las herramientas para la difusión.

C: Al principio, hablaba del divorcio con la televisión, ahora, vuelve a la pareja…

J-M B: Sí, por supuesto, antes teníamos un “trouple” entre la televisión, el realizador y el productor. Este estalló hace pocos años, y se convirtió en una pareja básica: autor-productor.

C: ¿Cómo fue establecida vuestra línea editorial?

J-M B: Rápidamente. Nos dimos cuenta de que algunos productores de sus propias películas, próximos a  Doc Net,  nos proponían las menos buenas  y que había algunas películas que no debían ser editadas  porque había obras más urgentes y de mayor calidad, para hacer públicas. No existía un espíritu de colectividad, de conjunto, así que empezamos a seleccionar. Se dice que este tipo de películas están en los festivales, así que hicimos un trato con dos festivales cercanos que conocíamos bien: Cinéma du Réel y Festival de Lussas. Empezamos a editar una docena de películas cada año para que los asistentes al festival pudieran adquirirlas. Fue una estrategia que no funcionó con el festival Cinéma du Réel, pero sí con el Festival de Lussas. En las librerías, sin embargo, no se vendían con éxito, porque el argumento de haber pasado por esos dos festivales no era suficiente para los clientes. Económicamente no era viable, así que se abandonó esta colección hace ya dos años, porque era una inversión muy cara en relación a la energía y los ingresos depositados.

C: ¿Cuándo empezasteis a editar estas películas?

J-M B: Se empezó en 2009. Se hacían 10 películas cada vez, y era necesario que los titulares de los derechos estuvieran de acuerdo y que sus películas no hubieran sido editadas, cosa que era complicada. Y no fue suficiente, así que tuvo que detenerse porque era muy caro. Puede ser una economía complementaria que debe defenderse, pero la edición, como tal, no es suficiente, ahora se concibe como complemento a la distribución en salas y a los portales en línea. De golpe, todo se dirigió hacia otra política. En Lussas, se desarrollan las formaciones internacionales, entre las que se encuentran las coproducciones, especialmente con África.  Las películas que están saliendo tienen poca visibilidad, por lo que lanzamos «Lumière d'Afrique», una edición que nace de estas coproducciones justas con el continente africano. Allí, las películas se ven en la universidad, en las bibliotecas, los museos, y la misma versión de la película se encuentra en nuestra red corporativa y se vende en nuestra pequeña red de librerías. En cierto modo, se duplica el ahorro para los beneficiarios, y se extiende el alcance de nuestro mercado.

C: Entre sus prioridades está dar a conocer ciertos autores y editar sus películas. ¿Tienen los jóvenes alguna oportunidad de entrar en su proyecto?

J-M B: Cuando se editaron los DVD en nuestro país, las dos terceras partes de los títulos que salieron eran las primeras películas de sus autores. Lo mismo en el caso de las colecciones de África. Defender a los autores jóvenes forma parte de nuestros principios, pero una vez más, nadie compra los DVD.

C: El DVD está en crisis, se habla incluso de una cercana desaparición. ¿Cómo se hace para seguir adelante y continuar editando este tipo de películas?

J-M B: El DVD representa una pequeña economía, con un público limitado. La economía no irá a tu encuentro, lo que significa que no hay que rendirse, sino centrarse más, trabajar con otros medios. Debe persistir y acumular opciones. En el aspecto económico, uno no sale adelante si no entra en una colección editorialmente fuerte y claramente identificada, como las colecciones de África. Nuestro catálogo cuenta con una cantidad de películas entre 150 y 200. Se editaron, por año, una treintena. Esto no es nada, y aunque sea difícil llegar a fin de mes, esa no es una razón para no hacerlo.

C: ¿Qué es lo que funciona dentro de vuestro catálogo?

J-M B: La colección africana funciona mejor que las otras, porque no hay DVD de documentales africanos, y porque el movimiento de esta comunidad se ha hecho importante en Francia. Como muchas asociaciones y ONG trabajan con África, hay un cierto interés por estas películas. Así como para el resto, deseamos partir de un descenso en el cine, el DVD y el portal de Internet. Los tres tienen potencial de oferta, un mercado y una dinámica cultural suficientes.

C: Tenéis una colección «Fragments d'une œuvre» que recoge películas de documentalistas belgas (Benoît Dervaux, Claudio Pazienza, Patric Jean et Pierre-Yves Vandeweerd). ¿Cómo nació este proyecto? ¿Tras el encuentro con Pierre-Yves Vanderweerd, con quien colaborasteis en Lussas?

J-M B: El encuentro con Pierre-Yves Vandeweerd se tuvo en cuenta, pero no fue lo único. La idea era lanzar una colección que diera visibilidad a la nueva generación de documentalistas, de encontrar ayudas de financiación con Bélgica, y de encontrar otro público. Hay una auténtica escuela Bélgica de documentales, es inapelable, un consecuente nombre de autores, una producción regular, con una gran variedad de textos de autores muy destacables. ¡No hay tampoco 50! En 10 retratos, podemos percibir el estado creativo de un país. Pero la situación es la misma: es un fracaso comercial, no funciona.

C: Aunque se pueden comprar las películas de estos autores belgas en vuestra web, en su país de origen no pueden hacerlo. Hay una verdadera carencia dentro del patrimonio nacional.

J-M B: Es absurdo, yo también lo considero. Nosotros, en Lussas, hemos mostrado todas las películas de los autores que editamos. En nuestro país se nos ofrece una situación, un espacio y una estrecha relación con los autores, lo cual facilita mucho las cosas. La imagen nos es favorable, y los vínculos con los titulares de los derechos y autores es sin duda una ventaja.

C: A menudo escuchamos lo duro que es para el documentalista encontrar su público, dado que el género se ignora. ¿Qué pensáis de la iniciativa de Pointdoc, el primer festival de documentales on-line, que ofrece acceso gratuito a las películas por un tiempo limitado?

J-M B: Los festivales se encuentran con un dilema desde hace 10 años: proponen películas que sólo ellos muestran. Estas películas no se ven fuera de los festivales, lo que pone seriamente en cuestión su función, y es también por esto que se editan una parte de estas películas. Nuestro problema, es que uno no puede hacer más, porque económicamente no es sostenible. Es necesario encontrar otra solución. Se tiene la certeza que hay un público para este tipo de películas, un público que hay que buscar, pero no sólo por la simple edición. Si uno empieza a colocar las películas on-line para encontrar un público sin que esto mejore la economía, simplemente se consigue matar el documental. El documental es un arte industrial: el arte está por encima de todo, y aunque la industria debe ponerse al servicio del arte, este debe encontrar su economía. Si no, está muerto. La gratuidad es ilusoria a largo plazo. Es necesario tener a personas que vivan de este trabajo, que se puedan ganar la vida con ello. Si no, sería pretender que aquellos que han trabajado lo hagan gratuitamente. Después, si las obras no consiguen su público, no estoy en contra de poner on-line estas obras olvidadas.

C: Pero, ¿y las nuevas?

J-M B: No, las nuevas no.

C: El argumento del festival es seguir diciendo que los documentales difícilmente consiguen su público, y que estar on-line les proporciona una ventana adicional de visibilidad.

J-M B: Sí, pero cuando estás dentro de la lógica del arte, no hay razón para hacerlo al momento, sino cuando hayan pasado 10, 20 ó 30 años. Además, después de ese momento, las películas se quitan de la red y caen en el anonimato total. Es por eso que debemos incidir en la colección, y también dar puntos de referencia comunes, tanto en la forma como en el contenido.

 

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