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Cédric Kahn • Director

“No hay que aceptar la fatalidad”

por 

- El director francés explica las razones que lo llevaron a rodar Une Vie meilleure: endeudamiento, familia, amor, supervivencia.

Cineuropa entrevistó al director francés en el festival de cine de Lisboa y Estoril donde se hizo con el premio del Jurado y el premio Cineuropa por Una vida mejor [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Cédric Kahn
ficha de la película
]
, por cuya interpretación Guillaume Canet recibió el premio al mejor actor en el festival de Roma. La película, según el jurado, "interpreta la Europa actual, permeada por la pérdida del sentido de la Existencia humana, con la consiguiente deriva de gran parte de las gentes que la habitan, engañadas por sistemas politicos sin escrúpulos". Una película cruda e íntima que marca un punto de inflexión en la carrera del director.

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Uno de sus tres personajes principales, Nadia, es una libanesa que vive en Francia y se marcha a Canadá en busca de “una vida mejor” [como reza el título de la película]. Esta situación es corriente en otros países europeos. ¿Quiso hacer una película totalmente francesa o más universal?
Cédric Kahn: Francia es un país de inmigrantes desde hace mucho tiempo. La mía es una historia de exilio, pero no es exclusivamente francesa: podría tener lugar en cualquier país occidental porque la película denuncia la violencia y la brutalidad con las cuales todos estos países, en los excesos de un sistema liberal y capitalista, erigido en mejor modelo posible de convivencia, tratan a los más vulnerables y desfavorecidos. Tampoco es que Canadá sea el paraíso. Nadia habría podido irse a Australia o a cualquier otro lugar. Los protagonistas tienen que cambiar de país porque están demasiado endeudados. Necesitan empezar de nuevo porque se encuentran en una situación imposible. ¿La solución? Huir de sus deudas. En ese momento no les queda nada: se endeudaron por nada. Yann ya no es ni siquiera propietario de la casa que compró. El paraíso de la película es realmente la familia, el amor, los lazos que unen al hombre y a la mujer, a la mujer y al niño y al hombre y al niño: un lazo que no es un lazo de sangre sino un lazo de amor. Lo que puede salvar a los personajes es la familia, la unión. A partir del momento en que están juntos, poco importa la deuda, poco importa la pobreza: todo vuelve a ser posible.

Este lazo entre Yann y Slimane parece haber nacido por casualidad, ya que Yann no eligió asumir la responsabilidad del hijo de Nadia.
Sí, primero padece la presencia del niño, luego se aceptan mutuamente. El niño escoge al hombre como padre y Yann, al niño como hijo. El hombre cree que salva al niño, pero en realidad, se está salvando a sí mismo gracias al niño. Slimane le da la posibilidad principalmente de volver con Nadia; tal vez de manera inconsciente, ella le dejó el niño para estar segura de mantener el lazo con él. En cualquier caso para mí, la verdadera tragedia de la película es la separación: de un momento a otro, las deudas y la pobreza se cargan la historia de amor.

¿Cómo justifica el robo cometido por Yann, un personaje que intenta siempre permanecer dentro de la legalidad y la moralidad?
Supervivencia. En condiciones normales el personaje es muy honrado, pero no tiene elección: actúa por necesidad. Este robo no quiere decir que habrá otros. El personaje aprende las reglas de la supervivencia. No quiere resignarse sino salvar su situación. Hay gente que vive muy bien en Francia; somos privilegiados, tenemos dinero, etc. En cambio, este mundo se volvió un tanto descorazonador para la gente que tiene poco. No porque tienen poco (tienen lo necesario para vivir correctamente), sino porque perdieron la esperanza de aspirar a “una vida mejor”. Es muy difícil vivir desesperado. Siempre tenemos la necesidad de una vida justa, un poco, solo un poco mejor. Cuando la sociedad no da la posibilidad de mejorar la propia vida, esta se vuelve muy difícil.

¿Cómo piensa que se pueda solucionar esta situación?
No hay que resignarse. No hay que aceptar la idea de "tu sitio está aquí y no tienes el derecho de ir a otra parte". Sin embargo, tampoco hay que equivocarse de ideal. Lo que Yann habría debido comprender es que el niño y la mujer a quienes quiere son más importantes que sus ambiciones profesionales. Hay que vivir con las buenas prioridades y los buenos valores, pero no hay que aceptar la fatalidad.

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