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Christian Molina • Director

"De mayor quiero ser soldado lanza un mensaje contra la violencia"

por 

- Christian Molina habla sobre De mayor quiero ser soldado y la polémica de la retirada del cartel de la película por poder afectar la sensibilidad del publico

La polémica persigue al director catalán Christian Molina, quien ya vio cómo su película Diario de una ninfómana [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
ocupaba, hace un par de años, portadas por motivos extracinematográficos. También el cartel de su nuevo film, De mayor quiero ser soldado, ha sufrido la censura de la Empresa de Transportes Metropolitanos de Barcelona, que argumenta que la imagen del poster –en la que el joven actor Fergus Riordan enarbola un mando a distancia a modo de pistola dirigida hacia su cabeza, como si de una ruleta rusa se tratara– “puede ser ofensiva por atentar contra las normas sociales de convivencia y puede afectar a la sensibilidad y el buen gusto de los ciudadanos”. De mayor quiero ser soldado se estrena hoy en España.

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Cineuropa: Tenemos que empezar hablando del cartel anunciador de la película, que no ha podido ser expuesto en autobuses ni en la red de metro de la ciudad condal.
Christian Molina: Creo que este tipo de censuras son contraproducentes, porque la gente cree que detrás de esta noticia hay una película violenta, cuando es todo lo contrario. De mayor quiero ser soldado lanza un mensaje contra la violencia. Pensamos incluso que es una película para padres que vayan a verla con sus hijos, porque educa. El cartel posee una violencia implícita, no explícita, totalmente buscada, como en la película; el póster no es más que la síntesis de su idea principal.

En la cinta mezclas muchas imágenes procedentes de los informativos, videojuegos y documentales, con las de la propia ficción.
Se decidió rodar en súper 35 mm para que se distinguiera bien que todo lo que tiene textura de cine es ficción y lo otro, no. Hoy existen tal cantidad de formatos que esta nos pareció una manera de recogerlos todos, pues conviven en el film como lo hacen en nuestras manos. Cada formato era un canal: que el espectador entienda que a ese cerebro infantil le estaban entrando diferentes canales de información e imagen, de forma casi incontrolada. Hay secuencias de betamax, vhs, dv-cam, teléfono móvil, 16 y 8 mm., todo mezclado a la vez.

¿Qué te animó a contar una historia así?
Los datos de que “si los padres no lo impiden, un adolescente ha visto, al cumplir los 18 años, 40.000 asesinatos en directo y 250.000 agresiones físicas entre televisión, videojuegos e internet”, según un estudio de la Universidad de Huston del año 1992, con lo cual imagínate los medios que había entonces y los que hay ahora: seguramente se hayan multiplicado esas cifras por diez. La película critica la falta de control paternal sobre esas imágenes que llegan a esos cerebros sin formar. La culpa la tenemos los adultos.

Se escuchan frases de diálogo tomadas de películas como Rambo, Taxi Driver, Apocalipse Now y La chaqueta metálica.
Lo que pretendía con eso era que se viese lo que había quedado en el subconsciente del niño protagonista. Por la misma razón creé la figura de su amigo imaginario: para ver cómo evoluciona el subconsciente del niño. Estaba jugándome la credibilidad, pero pensé que esa figura me serviría para mostrar la evolución de la mente del niño. Asimismo, quería que el espectador entendiera que el niño estaba generando esa violencia también a través del cine que veía. Y esos títulos que mencionas están entre mis películas favoritas, contra las que no tengo nada en absoluto.

¿Por qué rodar en inglés y con ese elenco internacional?
Hacerlo en castellano nos cerraba puertas y en el guión original, el niño protagonista vivía en Londres, iba al cole en París, el médico lo tenía en Nueva York y cada vez era un niño distinto que hablaba un idioma diferente. Abordamos un problema global; de ahí que la rodáramos en inglés. Los productores se pusieron en contacto con Danny Glover porque el actor está muy volcado en los problemas sociales infantiles y consiguieron hacerle llegar el guión; así que se vino a España a rodarla. A Robert Englung lo conocí en Los Ángeles y le conté que estaba preparando una película sobre el efecto del cine de terror en los chavales y me dijo que quería participar en el proyecto: es el psicólogo en la cinta. Era un guiño divertido, porque la película está hecha por un cinéfilo.

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