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Roberto Faenza • Director

Detective del alma

por 

- El director italiano vuelve al cine con Prendimi l’anima, en la que cuenta la historia de Sabine Spielrien, paciente y amante de Carl Gustav Jung

Tras tres años de silencio Roberto Faenza vuelve al cine con Prendimi l’anima [+lee también:
entrevista: Roberto Faenza
ficha de la película
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(Tómame el alma), película en la que cuenta la historia de Sabine Spielrien, una joven judía rusa que en agosto de 1904 fue ingresada en el hospital Burghölzli de Zúrich y confiada a los tratamientos psiquiátricos del joven Carl Gustav Jung. Presa de una violenta crisis de depresión, la muchacha fue el primer caso clínico tratado desde un enfoque psicoanalista que seguía los dictados del maestro Sigmund Freud. Pero Sabine no representó solamente un éxito terapéutico para Jung, sino que también se convirtió en su amante, protagonista de un drama de amor y psicoanálisis que solamente se conoció en 1977 con el hallazgo del diario de Sabine y de la correspondencia entre los protagonistas, drama que el director italiano lleva ahora a las pantallas tras largos años de investigación.
Producida por Elda Ferri para Jean Vigó Italia con la francesa Les Films du Centauro y la inglesa Cowboy Film, e interpretada por Iain Glen, Emilia Fox, Craig Ferguson, Carolina Ducey y Jane Alexander, la película se encuentra ya en el centro de la polémica por sus decisiones narrativas.

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¿Cómo se desarrollaron las investigaciones?
“Fueron muy largas y muy cansadas. Varias veces fuimos a Moscú en busca de las huellas de Spielrien. Me interesaba dar a conocer la vida de la mujer tras su curación en Burghölzli (el hospital psiquiátrico de Zúrich en donde trabajaban Jung y Freud, ndr.) y su regreso a Rusia, su tierra. Tuve que interrumpir las investigaciones durante siete años. Algunas indicaciones bibliográficas me habían llevado por caminos equivocados, por ejemplo, el filósofo y pedagogo Bruno Betelheim escribió que Sabina Spielrien había trabajado en una clínica psiquiátrica en Moscú, pero no es cierto. En 1994, cuando fui a Moscú a presentar Jona che visse nella ballena, tuve la oportunidad de conocer a un historiador que me dio nuevas indicaciones para mis investigaciones. Descubrí así que Sabina había fundado en 1923 junto con Vera Schmidt la escuela infantil de la solidaridad internacional, llamado por los niños Escuela Blanca. En ella experimentaban con los niños sobre el significado de la libertad. La escuela fue cerrada tres años después por el régimen estalinista, acusada de practicar perversiones sexuales con los niños. Pero no era cierto. El propio Stalin había inscrito con un nombre falso a su hijo Vassili en la Escuela Blanca”.

Luego encontró al hijo de Vera Schmidt…
“Vladimir Schmidt, un hombre que ahora tiene 84 años. Es el último sobreviviente de los niños de la Escuela Blanca, y fue precisamente él quien me ayudó a encontrar nueva documentación sobre Spielrien. Sabina es un símbolo del siglo XX: estuvo con Jung y Freud, conoció el estalinismo y el nazismo. Pertenecía a la rica burguesía judía de Rusia, su padre era un empresario. Murió en 1942 en Rostov, su ciudad natal, después de una redada. Es increíble que la comunidad psiquiátrica internacional no se haya interesado por Sabina tras su recuperación en Zúrich. Además de ser el primer caso documentado de enamoramiento entre paciente y analista, esto es, de todo lo que no debe suceder en el diván del psicoanálisis, Sabina se convirtió en una psiquiatra y en una estudiosa. Cuando salió a la luz su correspondencia sentimental, descubierta en los sótanos del Palais Wilson de Ginebra, ésta fue censurada por los herederos de Jung. Poco a poco se han publicado algunas de las cartas, pero incluso hoy hay algunas que no se conocen. En Prendimi l’anima aparecen dos cartas de Spielrien que aún no han sido publicadas”.

Sobre Spielrien ya se han hecho dos comedias teatrales.
“Sí, una en Broadway y una en Londres. Julia Roberts quería hacer una película sobre Sabina”.

¿Por qué escogió a Iain Glen para el papel de Carl Gustav Jung? “Lo vi en el teatro, en Blue Room con Nicole Kidman. Carl Jung era un hombre con una cierta fascinación y Glen era perfecto para el papel. Sin embargo, me costó un poco encontrar a Sabina. Hicimos muchas audiciones en Europa y al final elegimos a Emilia Fox”.

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