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Julie Bertuccelli • Directora

"En la frontera entre lo real y lo imaginario"

por 

- Durante el pasado Festival de Cannes, la realizadora francesa respondió a las preguntas de la prensa internacional

Flanqueada por Charlotte Gainsbourg y la joven Morgana Davies, protagonistas de El Árbol [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Julie Bertuccelli
ficha de la película
]
, proyectada fuera de competición como cierre de la 63ª edición del Festival de Cannes, la realizadora francesa Julie Bertuccelli respondió a las preguntas de la prensa.

¿Qué fue lo que te impactó de la novela hasta el punto de llevarla al cine?
Julie Bertuccelli: Fue ver cómo sus dos personajes, la madre y la hija, siguen adelante de modo independiente después de que ese gran sufrimiento caiga sobre ellas. La pequeña crea su propio mundo, desarrolla su imaginación y crece a su ritmo. Aunque las cosas se le vayan de las manos, no sea una madre perfecta, quizás deje que su hija haga cosas insólitas y abandone a sus hijos a sí mismos, la madre requiere su tiempo para experimentar su tristeza.

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El libro está narrado desde el punto de vista de la pequeña, mientras que en la película has incluido también el de la madre. ¿Cómo te surgió esta idea?
Desde el principio, mientras leía el libro, pensé que era algo más rico. Lógicamente, es más difícil tener dos personajes con una importancia parecida, pero era más interesante por las idas y venidas que podía dar a la historia. Y además es precisamente esta relación entre una madre y su hija la pende de un hilo. Pero lo importante era asegurarse de que toda la familia y el árbol estuviesen muy presentes.

¿Cuándo pensaste en Charlotte Gainsbourg como protagonista?
Cuando hice el primer borrador, hace cinco años, no pensé en Charlotte. Pensé que era demasiado joven, teniendo además en cuenta de que en principio era un personaje australiano. Pero pasó el tiempo, Charlotte envejeció un poco [risas], ya tenía 38 años y dos hijos, por lo que era más plausible.

¿Por qué insististe en rodar en Australia?
Para mí era muy importante porque es además una película sobre la naturaleza, sobre lo insignificantes que somos en comparación con ella. En ese país, sientes la inmensidad y la impotencia ante los elementos, animales peligrosos, tormentas, fuegos y sequedad. Además, quería estar cerca de los personajes y su vida privada y, con esta inmensidad de fondo, pensé que el contraste podría ser interesante.

¿Es importante que el cine aumente la consciencia sobre el medio ambiente?
No creo que sea una película sobre el medio ambiente. Quería retratar la naturaleza como un espejo de nuestros sentimientos y darle visibilidad para expresar de un modo distinto que cada hijo tiene una relación particular con el árbol, que representa en realidad una relación con el padre y el luto. Es un espejo de este lento proceso y, en ese exilio forzado que es el luto, la naturaleza sirve para enfatizarlo.

El árbol tiene una dimensión casi sobrenatural.
Intentamos estar a mitad camino entre lo real y lo imaginario, sin llegar al cine fantástico, pero dejando una pequeña duda. No oímos la voz del padre, pero quizás los susurros mantienen esa duda. Pero podemos pensar que se trata del viento o de una rama seca que cae sobre la cama de la madre mientras esta besa a otro hombre. Es esta ambivalencia lo que me interesaba. Como en la vida, hay signos, cosas que pasan, que podemos interpretar como queramos, ya que hay gente mística.

Como director, ¿cómo le diste vida a este árbol?
El director de fotografía Nigel Bluck y yo intentamos filmarlo como un personaje real. No se trataba de un enfoque antropomórfico y fantástico, sino de dar con la distancia adecuada, ya que cambia personalidad. Puede ser un árbol encantador y cálido o convertirse en opresivo y casi aterrador, que causa no pocos problemas a la familia. Necesitábamos distintos modos para filmarla y luego llegó al montaje, que François Gédigier hizo muy bien. El sonido era otro elemento muy importante para dotarlo de vida y misterio.

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